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No feriado

Nov
04

Ayer fue domingo, y los finales de domingo sueño con vos. Por eso acumulo estos lunes agrios. Ni siquiera un paso en falso. ¿Quién me regala algo? A tu cara no le faltan flores. Siempre tan hermosa, con la curva de ojeras y las muecas en la boca.

Asimilo que soñarte es una cuestión de conexión. Percibo que de vez en cuando pensás en mí. ¿Habrá alivio, habrá cariño? Tranquilidad sí, seguramente. No sé qué hacer con mi sombra. Soy un resentido del amor. ¿Amarías a un discapacitado? Seguro que en el análisis tuvo un golpe de suerte.

Por las noches, cada tanto escupe unos buenos textos, se depila y sigue caminando. A nadie le interesa qué piensa mi cabeza metida entre las ruedas. Le gusta pintar. Pinta. Se lo dije muchas veces. Se puso a buscar palabras de dudosos significados, igual la mayoría le cree, aunque no sé si saben bien lo que dice. Hubieron varios episodios que terminaron mal, pero eso también fueron la nada, fueron esos golpes de suerte. Alguien tenía que caer, y me tocó a mí.

Sospecho que soñar es tener un pacto con el diablo. Dejame creer en eso, por lo menos. Sí, desde niño fui un exagerado. En las fotos se visualizan otras cosas. Todo parece calmo. Tendrías que ver qué sucede por las noches de copones de alcohol. Me pegó con el vaso de madera, me abrió una ceja. Sangró poco. ¿Cómo saber la historia de tu deseo? Entiendo mi fracaso, y lo acepto. Si amar es aceptar destrucción, entonces he amado.

Soñé que quisimos hermosear la última vez que nos amamos. Por experiencia, sé, que no me quedan bien esas piruetas. Y si me ves hermosear el presente, te pido que no me creas. Hay cosas más importantes que se merecen esa credibilidad. Yo no estoy para arrepentirme. Si lo hiciese, borraría todo. Te borraría. Y eso no tiene sentido, no lo tiene. La verdad sólo sirve para crear inconvenientes.

Me extirpé el hipotálamo. Puede que no sepamos de lo que estamos hablando, o diciendo, pero cuántas veces nos encontramos en esa bifurcación. Así que no creo que sea necesario encender alarmas o intentar salir corriendo. Vendría bien volver a vernos, y mirarnos un rato a los ojos, como para “omitir la intro” o saltar la “página de inicio”.

Odio los lunes, y con eso ya sabemos bastante. Te deseo un feliz pasado. El futuro es un viejo mentiroso y es tan antiguo como los miedos. Ya vendrán unos besos con el adiós atragantado. Me engaño en creer que nuestro amor fue un ensayo. Es como dormir y hacerse el despierto. En varias oportunidades pensé que me había ido, pero sigo en mí. Soñar con vos, no es un lunes feriado.

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Congeladxs

Oct
19

Mi cuerpo se quedó congelado como un envase con sobras de comida, ese que descansa en el fondo de un freezer, esperando. Así también quedó el tiempo, así también quedaron mis ganas, congeladas. Los días son fríos y queman de soledades. Duermo poco y doy besos en caras heladas. Hay abrazos que desprenden glaciares, pero los tuyos, tus abrazos, no están. Y tu aliento se vuelve humo entre las escarchas de mis noches. Y te sueño caliente, aunque distante. En un pasado derretido que se deja olvidar, como se deja olvidar el frívolo sonido de tu voz. Pensarte, es un error no forzado. Resulta inacabado ver mi cuerpo allí, sobre el témpano de una silla perpetua. El futuro no tiene banderas. A cada giro de ruedas, veo un abismo de vida sin oxígeno. No me pidas que lleve conmigo todas estas piedras, son demasiadas y duelen. Lo único que supe hacer, es quererte. Estamos en ningún lugar, tan frágiles lxs dos, sin hablarnos. Cada canción es una tinta en el alma, y a cada paso trunco, un pensamiento nuestro. Qué pena la ausencia, la nuestra. El desperdicio de un cuerpo con ansias de grito guardado, si no olvido tu nombre, muero. Sigue nevando sobre mi espalda rota, y seguirá por siempre. Odio este invierno. Otrora repetir tu risa en los ecos de la casa. Así de triste suele verse la tierra infértil, así de pálido suele verse un río seco. Te lloré tanto o igual, que a un bosque nativo en llamas. Y en mi frente, la paradoja de un frío que no conserva, sino que paraliza. Extraño andar desnudo sobre la corteza de tu cama, en colchones en el piso, sin nada más que una botella con agua. Teníamos tanta sed de querernos. Todavía no hallé ese calor capaz de derretir este cuerpo. No tengo espectativas. Busco los acordes correctos para cantarte en la escala más correcta, una letra simplemente correcta. Nunca fui correcto con vos. Bueno, algunas veces sí. Anteponiendo el drama por sobre las circunstancias. Dame un cuerpo, uno que sea blando en los vientos y duro en las peleas. Dame bandera. Dame algo. Eso lastima. Es como si no nos hubiéramos visto hace años. Aquí es dónde todo cambió. Fuimos manija. Fuimos algo obsoleto.

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Radio

Oct
10

Otro lunes de mierda. La gata cagó en el baño y el dólar trepó a 180 pesos. Los perros rompieron las bolsas de basura que colgaban del canasto sujeto al árbol. Ahora la cuadra está llena de pañales cagados y de guantes de látex con sondas usadas. Es que a los perros parece que les atrae mi olor a mierda y les encanta chupar los pañales. Los dejan casi como nuevos. Los caninos resultan ser una buena opción antes la crisis y ante la falta de esos descartables, te los reciclan a lenguetazos. Todos los días se parecen un poco, o mucho, pero los lunes cuestan el doble. Ya no tomo mate en las mañanas porque me cago al toque. Volví al café, a esa negra bebida que me despierta en las mañanas. Por lo general me gusta el silencio. Sobre todo en las mañanas, y si es muy temprano, directamente no me hables. No tengo tengo timbre y las personas golpean la puerta, la golpean muy fuerte, porque a veces demoro en atender por razones que no vienen al caso. Golpean con un ímpetu tan obediente, que se desviste la premura que pesa en los tiempos ajenos. Hoy golpearon la puerta tres veces. En realidad tres personas distintas. Desde que empezó la cuarentena golpean la puerta muy seguido. La gente tiene hambre, la gente está sola. No tengo el hábito de leer los diarios o los portales de noticias, menos los lunes. Pero percibo que hay más pobreza y más soledad que la de costumbre. Es como si el fin de semana se acumularan todas las catástrofes, lxs intelectuales escupieran pensamientos y lxs periodistas operaran sigilosamente, para que los lunes se publiquen todas esas porquerías juntas, bajo la legitimidad de vaya a saber quiénes. Yo escucho la radio, eso sí. Me gusta escuchar la radio. Me entretiene escuchar una conversación de la cual no participo pero de la que soy parte. Entonces me río, comento algo poco interesante, sumo opiniones que no sirven para nada, pero de algún modo, estoy acompañado. Prefiero que otrxs se hagan cargo de las especulaciones o las conspiraciones. Yo me quedo de escuchante, de testigo de todas esas idioteces que me causan risa, que no me dejan solo, o casi solo. Así es la radio. La radio salva las mañanas de los lunes. Prefiero eso, que presenciar una videollamada laboral aburrida e interminable. Algunas personas que suelen despertarse de vez en cuando en mi cama, dicen que mi odio a los lunes es porque no desayuno. No sé, no desayuno. Nunca fui de estrellar huevos en una sartén por las mañanas, hacer tostadas crujientes o pisar una palta madura, menos pelar una fruta. Me da muchísima paja todo eso. Yo tomo mates, o tomaba. Ahora tomo café. A mitad de la mañana o más cerca del mediodía, me meto algo en el buche. Los lunes tienen que tener su siesta. Si no me tiro un rato a la cama, puede ser una catástrofe el resto del día. El lunes pasado una sexóloga habló sobre la banalidad del sexo y el recurso inagotable del coito. Quería contarle mi historia, pero no pude. No soy de lxs que llaman a la radio para participar. Le quería contar que me compré un cinturonga. Que pese al relato discursivo y políticamente correcto de las personas, sobre el placer, el goce, los cuerpos, el sexo, pese a todo eso, la poronga (para cierta mayoría) se lleva el primer premio de la cogida. Por eso me compré un dildo, para que a quienes suelen dormir conmigo, no les agarre la nostalgia de tener una pija en las manos.
Bueno, me voy a poner el arnés para dejar bien firme esta poronga de goma maciza que me acompaña la entrepierna y te invito a dormir la siesta conmigo, eso sí, después escuchemos un ratito la radio. La grilla dice que hoy hablarán de la trivialidad del amor, quizás sea bueno que lo escuchemos juntxs.
Besos en la cola. Nos vemos el lunes que viene.

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Odio los lunes

Oct
10
Ayer fue domingo, y los finales de domingo sueño con vos. Por eso acumulo estos lunes agrios. Ni siquiera un
Otro lunes de mierda. La gata cagó en el baño y el dólar trepó a 180 pesos. Los perros rompieron
Otro lunes en pandemia, ¿y van? No sé. Odio lo lunes, creo que ya te lo dije alguna vez. Esta
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Trámites

Oct
10

Otro lunes en pandemia, ¿y van? No sé. Odio lo lunes, creo que ya te lo dije alguna vez. Esta semana tengo dos trámites y eso me come la cabeza. Los lunes contienen a miles de personas aceleradas, como que quieren resolver todo en esas 24 hs. A mí me cuesta un montón. Yo empiezo a carretear los miércoles, los jueves se me corre el coágulo de la paja y los viernes vuelo. Desde hace años hice todo lo posible para no trabajar los fines de semana. “El lunes vemos”, digo siempre; y así todo se vuelve una bola gigante de tareas. Los lunes sirven para cagarte de ante mano, la mitad de los domingos, claramente.
Hoy tengo que entregar planillas a la obra social, diciéndoles como cada mes, que aún sigo siendo discapacitado. Tendrán miedo de que me vaya corriendo, quizás. Lo bueno es que este contexto de mierda hizo que esos papeleos personalizados se puedan resolver, en parte, de manera digital. Pero no es sencillo, hay que imprimir planillas, completarlas con algún o alguna profesional de la salud, pagar seguros, coseguros, monotributo y otras giladas que no le importan a nadie.
A veces pienso en tener a alguien que haga esas gestiones. Pero todo es plata. Y cuando abro el juego a consultar, empieza la cataratas de discaplaining: “vos tenés que hacer esto, vos tenés que hacer aquello”. No hay peor lunes, que el que viene cargado de consejos inútiles. Igualmente los trámites, debo decir, me entretienen un poco. Tengo la ñoñéz de leer cada letra chica de las solicitudes. Entonces busco un folio y pongo cada cosita por separado. A las carpetas les pego unos stickers según el requerimiento: silla nueva, centro de rehabilitación, pañales, enfermería, y así, obsesivo, pero disca.
Antes de ser disca tenía trámites para hacer, como cualquiera. Sin embargo ahora es un cúmulo de documentos PDF que se repiten todos los meses.
Hay algo que es cierto, los únicos que no discriminan, son los trámites. Ellos no distinguen entre personas ciegas, mudas o sordas; entre personas lisiadas, tullidas o inteligentes. Caemos todxs en la misma trampa. La paja está en salir de casa, conseguir lugar en el centro, dejar el auto en doble fila, comerte una puteada o quizás la lluvia de un gallito contra el vidrio. Y a la gente que se enoja porque tenés prioridad, a la gente que se sensibiliza y te pregunta “¿es temporal la silla?”. Lo lunes de trámites no soportan los besos en la frente, la subestimación, el maternalismo innecesario, la sobreprotección, y menos, a ese policía que te quiere ayudar, solo porque está al pedo y cree que así salvará la mierda que carga la institución a la que pertenece.
Bueno, les dejo, me tengo que ir a hacer un trámite al baño. Les cago amando. Besos.

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